En compañia de lobos

El hombre es el lobo del hombre y es de personas civilizadas temer al hombre-lobo. Desde tiempos remotos los pueblos han cultivado la preocupante creencia de un ser humano capaz de mutar en bestia para asesinar al prójimo. Para la Europa cristiana y su visión de sí misma como el rebaño de Dios, naturalmente tenía que ser el lobo la mascota de Satán. En otras regiones del mundo: tigres, osos, hienas, se encargarían de la tarea. Infinidad de pruebas existen de que las supersticiones son cosa seria, pueden dirigir la vida cotidiana y hasta producir decretos supremos. En Argentina, desde 1973, el Presidente debe, por ley, apadrinar a los séptimos hijos para aplacar  la marginalización que estos sufrían por ser considerados portadores de la maldición del “lobizón”. Las séptimas hijas reclamaron de inmediato también beneficiarse del padrinazgo presidencial, ellas también podían convertirse en mujeres-lobo. No sabemos si después los lobizones pasan a ocupar puestos al servicio del gobierno.

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