Así en el mar como en la tierra
El capitán Steve Zissou, después de toda una vida haciendo documentales sobre los seres acuáticos, se ha topado con un adversario tenaz en el fondo del mar. Se trata de un “tiburón jaguar”, un ejemplar único de una especie desconocida y probablemente en vías de extinción, pero al fin de cuentas condenada por haber asesinado al mejor amigo del capitán. Así pues, impulsado por el deseo de venganza, Steve Zissou se embarca en su última expedición tras la misteriosa bestia. Pero, como gran amante de los seres marinos, primero intentará registrarlo en video para luego aniquilarlo con dinamita.

“The Life Aquatic with Steve Zissou” (2005) es la última película de Wes Anderson, un joven director independiente norteamericano de la misma generación de John Thomas Anderson y Todd Solondz. Su película anterior, la excelente "The Royal Tenenbaums” (2001), recibió buena atención de la crítica y hasta una nominación al Oscar por mejor guión. Aquí Anderson retrata a una familia disfuncional donde hay una profunda enemistad entre el padre y los hijos. Sin caer en el mal gusto, Anderson logra hacer comedia con material que bien podría servir para varios dramas: el suicidio, el incesto, los traumas infantiles.

Sin embargo, a pesar de ser una propuesta de calidad, “Vida Acuática” falla por momentos en el desarrollo argumental. El inicio promete una trama interesante, la captura del “tiburón jaguar”, pero pronto lo que parecía ser el asunto principal resulta ser una más de las tantas ramificaciones. En su afán lúdico la película introduce escenas de diversa factura, inclusive una discordante secuencia de acción. Wes Anderson juega a forzar las convenciones, exagera su humor áspero, hasta llegar a planear situaciones que ya no resultan graciosas sino simplemente estrambóticas. Algo así como contarnos el chiste interno de un grupo de amigos al que no pertenecemos, y esperar matarnos de risa.

En la puesta en escena, “Vida Acuática” parece tener alguna inspiración de “E la nave va" (1983) de Federico Fellini. El italiano ideó una comedia coral a bordo de un barco, a su vez tripulado por una sarta de locos. Tanto para Fellini como para Anderson, el barco no es un medio de transporte sino una pecera para la exhibición de las criaturas que contiene. Mientras el capitán Steve Zissou hace documentales sobre la vida de las malaguas, Wes Anderson hace lo mismo con él y su tripulación. El científico convertido en rata de laboratorio.
Otra semejanza interesante es que ambas películas llevan una envoltura de artificialidad. Fellini llega al extremo de revelarnos que dicho barco no sólo nunca ha zarpado sino que es una embarcación de utilería en un set de cine. Aunque Wes Anderson no lo afirma abiertamente, desde el principio notamos que a bordo del Bellafonte todo delata artificio. En este tipo de películas se establece un acuerdo con el espectador para que acepte que estamos en un mundo de cartón pues es la escenografía que esta comedia necesita. Si Fellini utilizaba láminas de plásticos para representar el mar, Wes Anderson, más sofisticado gracias a la tecnología, emplea animaciones en 3D para representar especies marinas. Recursos ambos al servicio de crear mundos irrealidades.

Cómo conseguirla
A diferencia de las últimas peliculas comentadas, esta la vi
en DVD. Tiene uno de los menus de presentación más hermosos
que he visto. Los compartimientos del Belafonte representan las
secciones del disco. Por lo demás, incluye comentarios
y alguno que otro extra. Nada de otro mundo.