Los adolescentes siempre serán admirados y temidos. Para el cine pocas cosas son más edificantes que la juventud perdida. Ya sea para su escarmiento o exaltación, el adolescente fue y será héroe en miles de fábulas. Para aquel que soporte el peso del futuro, más que del pasado; aquel que se desvela soñando con ser diferente pero que sufre por no parecerse a nadie, para todos ellos siempre habrá películas que canten sus penas o canciones que los pinten de cuerpo entero. O ambas cosas, como en este caso. Pete Townshend, el ambicioso líder de The Who, construyó su última ópera rock alrededor de un muchacho intranquilo de Londres, “Quadrophenia” (1973). Pocos años después, el debutante Franc Roddam adaptaría el relato, no en la forma de un musical, sino como una gran película en sus propios términos, “Quadrophenia” (1979).
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