Es un mounstro grande y pisa fuerte

Ni siquiera habían pasado diez años y el pueblo japonés volvió a correr por refugio. Lo que no fue aplastado por la bomba atómica, de seguro lo sería por la más misteriosa de sus consecuencias: un gigantesco reptil prehistórico, resucitado del subsuelo marino. La radioactividad traería de vuelta a una criatura de tiempos remotos para darle otra paliza a los sufridos japoneses. Pero esta vez las secuelas serían de lo más rentables. Inspirado por aquel clima de temor y recuerdos amargos, el film “Gojira”(1954) de Ishiro Honda respondería al mundo con el más temible de los mountros japoneses. ¿Lo reconocen? En su pasaporte occidental figura el nombre de Godzilla.

Vista de una manera, “Gojira” sería una magnífica obra de propaganda del movimiento anti nuclear. Por esos años, crecía en Japón la voz de protesta por los ensayos nucleares que Estados Unidos practicaba en ciertas islas del Pacífico. Un incidente reciente vendría a empeorar los ánimos y dar a “Gojira” inspiración para su primera escena. Aquel año un barco de pesca llamado “Dragón Suertudo 5” (Daigo Fukuryū Maru, japonésmente hablando) encontró la mala suerte al ser alcanzado por una lluvia radioactiva. El más grande experimento nuclear conducido por Estados Unidos, el lanzamiento de una bomba de hidrógeno, se acababa de realizar no muy lejos de Japón. Desde las Islas Marshall, lugar de la explosión, la onda expansiva recorrió mucho más territorio de lo pronosticado. Como sucedió con decenas de embarcaciones similares, los 23 pescadores del “Dragón Suertudo 5” fueron seriamente afectados por la radiación. En “Gojira”, el Eiko-Maru es golpeado por un destello proveniente del fondo del mar. Las explosiones nucleares habrían activado a Gojira de su sueño prehistórico y hacerlo surgir de las profundidades. Un nuevo cataclismo sobre el Japón, país acostumbrado a los terremotos.

Vista de otra manera, “Gojira” sería un clásico del cine de desastres. Antes que los personajes puedan sentarse a investigar las razones, tienen que lidiar por buen rato con terremotos e inundaciones. Logradas secuencias de viviendas desmoronándose y habitantes huyendo desesperados hasta que los detiene una viga. En busca de explicaciones, el paleontólogo Kyohei Yamane y su comitiva viajan a la isla de Odo. Descubren una huella gigantesca que emite radioactividad. Dentro de ella, el científico encuentra un molusco extinguido hace millones de años. Al parecer, Gojira lo llevaba pegado a la planta del pie. Pronto conocerán el prodigio a cuerpo entero. Gojira asoma la cabeza y lanza por primera vez su clásico rugido.

La lucha contra Gojira implicará varios problemas éticos entre los personajes. El doctor Yamane sostiene que la Tierra todavía contiene misterios que el hombre, con su poder tecnológico, estaría perturbando para su propia desgracia. Para él, mantener con vida y analizar a Gojira sería decisivo. Pero como lo urgente quita tiempo para lo importante. Los militares movilizan lo mejor de su arsenal contra aquel reptil gigante que se pasea por Japón, invulnerable a todo bombardeo. Al saberse la noticia (que al principio se quiso mantener oculta, otro debate ético) la gente parece agotada de estar en peligro. “Tendremos que ir al refugio”, discuten en el metro. “¿Ese refugio otra vez?”.

Los damnificados de Gojira se parecen mucho a los afectados por la bomba atómica. Niños y ancianos expuestos a la radioactividad esperando atención en hospitales atestados. La energía atómica otorgó a Gojira un aliento radiactivo que incendia todo a su paso. Para redondear las alusiones, en una escena vemos a un coro de escolares cantando un himno por las víctimas. Por un momento nos olvidamos que todo ese dolor ha sido provocado por un mounstro imaginario, y ese parece ser el objetivo.

Las alusiones éticas se encuentran en la solución final. El blanco es la precaria moral de la Ciencia puesta al servicio de la destrucción. El Dr. Daisuke Serizawa (parche en el ojo, cual pirata) ha inventado una sustancia que sería capaz de matar a Gojira, pero también podría ser empleado como arma de destrucción masiva. Por eso ha decidido guardar el secreto hasta encontrarle fines benéficos. Sin embargo, lo apremiante de la situación lo obliga a intervenir. Decidido a eliminar todo registro de sus estudios, incluso él mismo, con tal que nunca sean utilizados para el dolor, Serizawa se sacrifica en su lucha contra Gojira en una suerte de hara kiri científico. Algo que no pocos japoneses hubieran querido que haga Einstein.

Irónicamente para la inspiración anti-nuclear de “Gojira”, el film entusiasmó de inmediato a empresarios norteamericanos. Pero sólo estaban interesados en la bestia. Montaron su propia versión donde el contenido incómodo se limó al mínimo y su condición de película entretenida se acentuó. De esta manera Gojira obtuvo visa para las pantallas de Estados Unidos, rebautizándose cómo “Godzilla, King of the Monsters!” (1956). No era una versión recortada, la película americana fue un cruce entre la alteración y el remake. Se agregaron escenas alternativas con actores locales que incluso, malabares de edición mediante, interactúan con sus pares japoneses. El film fue un gran éxito. La versión americana viajó por el mundo y aterrizó de regreso en Japón, donde también fue aplaudida. Pero de seguro no tanto por la película misma, sino más bien por la alegría de tener un mounstro internacional. Sin embargo, aquella versión de uñas recortadas fue la única que se conocería fuera de Japón por largo tiempo. Recién en el 2004, año del lanzamiento de la versión original en Estados Unidos, llamar Gojira a Godzilla fue más que una pose entre cinéfilos.

El rugido de Godzilla se seguiría oyendo por décadas. Después del éxito inicial, la japonesa Toho Film explotaría el estrellato de su criatura en infinidad de películas, con sus consiguientes versiones americanas. La continuidad de la historia sería ambigua y la capacidad de resucitar parecía ser otro poder de Godzilla. Reaparecería por la costa japonesa para aterrorizar la ciudad de Osaka en “Godzilla Raids Again” (1955); se enfrentaría a su par norteamericano en “King Kong vs Godzilla” (1962) y a engrendos de toda calaña en cintas como “Mothra vs. Godzilla” (1964) o “Destroy All Monsters” (1968). Con descansos de algunos años, la saga de Godzilla se mantendría siempre al alcance de nuevas generaciones. En el trayecto Godzilla pasaría de ser una pesadilla corpórea para desempañarse como el defensor del Japón contra amenazas antidiluvianas. Drástico cambio de mentalidad que el éxito comercial pudo lograr.


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Meses después escribiría sobre
otra de la saga de Godzilla
en "Gigantes en miniatura"


Cómo conseguirla

Disponible en el Emule
en una copia de excelente calidad.
Un inconveniente: incluye subtítulos
en inglés. No los encuentro en español.
Sabiendo un poco de inglés se entiende
sin problemas.

Para descargar película:
Enlace eD2k
¿Cómo funcionan? Consejos técnicos

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Andrés Derzu, muy buena nota, te felicito!!...yo vi hace años una versión gringa de godzilla, no recuerdo cual, pero como tú dices, esa versión dejó de lado los cuestionamientos morales (que ahora me entero fueron importantes en la creación del moustro) para explotar sólo el lado comercial.

Saludos,

Anónimo dijo...

Buena review.

Los yankis no solo olvidaron los matices morales de la cinta sino que le endosaron la responsabilidad a los gabachos. Manda huevos...

Oscar Pita Grandi dijo...

Definitivamente hay tratamientos éticos que son dejados de lado por el aparato fílmico hollywoodense, y tú lo has hechonotar muy bien. Mira, yo soy de los que llegaba apresurados del cole para ver Ultramán o Ultra 7 y ellos, como sabes o supones, son hijos de la generación de creadores japoneses que crearon al "monstruo grande"que pisa fuerte. Ultra 7 se iba al Sol a recargarse de energía y con eso nos decía que en la Tierra el hombre nohabía inventado fuerza alguna que se comparase a la naturaleza. Claro, de momento solo nos gustaba verlo volar y matar a los invasores.
Saludos.

Alberto Villar Campos dijo...

He dejado un pequeño mensaje para ti en mi blog. Ojalá puedas responderlo. Saludos.
Aquí:
http://cinesifilis.blogspot.com/2007/02/el-gran-arturogoga-me-pas-un-meme-qu-es.html

Enigma dijo...

Que tal

Por medio de este escrito, te anuncio ya estas aceptado en Blogueratura.com

Sigue escribiendo; para cualquier duda puedes contactarme vía el correo electrónico especiales@blogueratura.com y en el subject escribe BLOGUERATURA

Bienvenido

Martín dijo...

Tu artículo me encantó desde el título. Usar la canción de Víctor Heredia fue brillante.
Recuerdo haber visto la versión de "Godzilla" filmada a fines de los '90, con Matthew Broderick y Jean Reno, en la que el monstruo no era un ser prehistórico sino aparentemente una pacífica iguana del Pacífico a la que las pruebas nucleares de ¡los franceses! convirtieron en Godzilla. La secuencia final, con los héroes perseguidos por las crías de Godzilla en los pasillos del Madison Square Garden (en la que, oh casualidad, todos los que terminaban devorados eran soldados franceses) parecía un tributo a "Jurasic Park" y sus velocirraptores. ¿Qué opinás sobre esa remake?
Saludos y te felicito por tu blog.

Martín Palma Melena dijo...

En mi infancia yo era fanático de los monstruos japoneses en series como «Robot Gigante», «Monstruos del Espacio», «Capitán Ultra» y, por supuesto, «Ultra siete». En aquel entonces, creo haber visto alguna versión japonesa de Godzilla (no sé si es la que reseñas), así como una película de una tortuga gigante que despertó después de siglos por una explosión nuclear (siempre la bombas atómicas creaban estos engendros)… También me acuerdo del Cine Azul, en el distrito limeño de Lince, donde allá por los 70´s recuerdo haber visto también películas de monstruos japoneses, los que nunca podrán ser superados por los de Hollywood, aun cuando en sus ataques a Tokio a veces se les viera el cierre del disfraz… Primera vez que caigo a tu blog, y por supuesto que ya estás enlazado…

Un cordial saludo

Andrés Mego dijo...

Hola

Definitivamente para nosotros la version más cercana es el "Godzilla" norteamericano del 98, que aún no he visto. Solo recuerdo que una cancion de su sountrack sonaba con fuerza por esos dias.

Tengo entendido que para los fanáticos del gran reptil esta version es un bodrio. Tanto asi que los productores japoneses del Godzilla hicieron una diferencion llamando simplemente "Zilla" al mountro de aquella pelicula (al parecer los gringos no merecen el "God" para su mounstro) y hasta los pusieron frente a frente en "Godzilla: Final Wars" (2004). Saliendo triunfante Godzilla, el firme, desde luego.


Yo también era un fanático de la utilería y los mountros del cine. Recuerdo de mi infancia una serie japonesa llamada Jiban, que daban por el canal 5, donde el policia robot protagonista se enfrentaba a un nuevo engendro cada semana, cuyo nombre aparecia escrito en japonés cuando aparecia por primera vez, antes de explotar invariablemente por obra de Jiban.

gracias por los comentarios

saludos

kurubeta dijo...

CINE PARA ACOMPAÑAR CON PORORÓ Y GASEOSA!

Anónimo dijo...

Excelente blog, primera visita. Felicitaciones.

Alfredo dijo...

buen blog...muy interesante
saludos desde chile
www.cine-xpresion.blogspot.com

BUDOKAN dijo...

Muy bueno el blog y la nota sobre Godzilla. Aún recuerdo el film en el que pelea con King Kong.

BUDOKAN dijo...

Muy interesante el post, sobre todo porque me considero un adepto a la mitología de la lucha libre, si bien mi héroe es Blue Demon, El enmascarado de plata tiene su lado querible.

Orson Díaz dijo...

Antes que nada, mil disculpas por este comentario en tu muy buen blog, pero me parece una oportunidad importante como para difundir esto:
Hoy se cumple un año de la muerte de Jaime Osorio, cineasta colombiano. Era el papá de mi novia, y en el mes de marzo, con motivo de la realización del Festival de Cine de Cartagena de Indias, con ella (Talía Osorio) realizamos un homenaje en forma de documental que a partir de hoy está disponible para su visionado en este link:

http://orsondiaz.blogspot.com/2007/09/1-ao.html

Dura 18 minutos. Si tienen ganas véanlo, porque sería el mejor recuerdo para él.

Gracias

Emilio Orson Díaz