Viajando por el Cono Sur
Quizá parezca innecesario anunciar una nueva dilación en la frecuencia de actualización de un blog que ya de por sí se toma su tiempo para renovarse. Durante mi rutina habitual siempre me planteo el deseo de escribir más cada vez. Primero porque la paso muy bien escribiendo y segundo porque sé que hay gente que se toma la molestia de pasar por la Tetona cada cierto tiempo, aunque muchas veces no encuentre nada nuevo. Pero como sucede con otras pequeñas pasiones que he tenido, se ha activado algún dispositivo maniático de mi personalidad que me ordena tomarme las cosas con una seriedad injustificada. Naturalmente, con tal actitud se me van las horas en cada artículo. Pero ahora realmente no puedo escribir, por más disciplina que me proponga. Soy un trabajador del movimiento ambientalista y, como sucede entre aquellos que les pagan por hacer algún esfuerzo por mejorar este horrible mundo, a veces me toca hacer un viaje. En este momento estoy en La Paz, escribiendo en una cabina de Internet rodeado de muchachos frenéticos en sus juegos en red y maldiciendo en boliviano. Durante la semana siguiente tendré una intensa agenda de reuniones que debe dar como resultado un plan para salvar la Amazonía de los proyectos de infraestructura, que al menos será una gota de sudor en aquella lucha.
Lo que hace más interesante este viaje de trabajo es que a continuación tomaré vacaciones y seguiré viajando por mi cuenta. Recorreré parte del Cono Sur de Sudamérica. El 26 de enero parto hacia la frontera de Bolivia con Argentina. A partir de allí planeo visitar Salta, Córdova, Entre Ríos, Buenos Aires y Mendoza, luego ingresaré a Santiago de Chile y, tal vez, haré una última parada en La Serena, para continuar hacia el norte de regreso al Perú, donde me espera, el 17 de febrero, un boleto aéreo de regreso a Lima y a mi dulce rutina. Les cuento esto simplemente porque, en cuanto a conocidos o amigos a lo largo del trayecto, estoy completamente desamparado. Si algún lector de este blog me quiere acompañar a tomar un café o una cerveza en alguna de aquellas ciudades, y tener una conversación sobre cine o cualquier cosa (como, por ejemplo, qué hacer en aquel lugar) le estaré muy agradecido. Para los demás, les anuncio que La Tetona de Fellini entra nuevamente en suspensión hasta que logre volver a mi computadora, en mi departamento en Lima, cuyo alquiler este mes es un total desperdicio.
restaurante erotico
Leer nota completa