La venganza se sirve fria
En los 70´s, después de años de lucha, el movimiento feminista logra implantar en el imaginario colectivo a un nuevo villano: el hombre que insiste violentamente en perpetuar la sociedad patriarcal que creó. El cine, ese gran reciclador, no podía desaprovechar aquella ola de indignación ante el maltrato a la mujer. Se produjeron infinidad de reacciones desde el cine culto o militante, pero quienes realmente dieron “escarmiento” a los machistas fueron las sensacionalistas producciones de Serie B. Los cinemas de medianoche tenían un nuevo subgénero en las marquesinas: el rape and revenge. Una interpretación explotation del movimiento feminista. Jóvenes inocentes que caen en la desgracia de ser violadas, por varios individuos, y no con poca brutalidad. Pero el trauma en lugar de paralizarlas despertaba en ellas una indomable sed de venganza que sólo era saciada cuando las cabezas de los agresores rodaban ensangrentadas por el ecran.
El film sueco “Thriller: A Cruel Picture” (1974) es representante de este subgénero. Como sus semejantes, utiliza una fácil coartada moral para justificar una explosión de violencia. Es decir, la inocencia, personificada en la protagonista, una vez ultrajada adquiere licencia para ejercer la crueldad. Es más, la platea espera con los dientes apretados que esta transformación resulte exitosa y que los malvados reciban el doble del daño que hicieron, creándose así una dudosa sensación de justicia. Pero hacer justicia no es tarea de policías, jueces o padres, que al fin y al cabo también son hombres y sólo pueden imaginar una experiencia tan traumática, sino de las propias víctimas, una noción apoyada por feminismo en los 70´s. La violación entonces, desde la visión retorcida de este subgénero, “empondera” a quienes la sufren. Pensandolo bien tal vez la idea no sea del todo descabellada. Recordemos que como reacción a generaciones de atropellos surge el feminismo, que en sus inicios era visto como un movimiento subversivo. Sin embargo, es evidente que en este subgénero queda poco margen para la reflexión. La ilustración del relato suele ser tan visceral como la indignación que producen los vejámenes contra la protagonista. Por otra parte, la agresión está individualizada. Los atacantes son escoria humana pero tienen nombres propios y reconocemos sus caras cuando estas, luego, se retuercen de dolor. Es decir, no hay crítica alguna al estado de las cosas. Pero sabemos bien que el explotation nunca quiso mejorar el mundo, simplemente hace espectáculos de sus vicios. Y es por eso que las feministas nunca aplaudieron alguna rape-revenge movie.
Precisamente de Suecia salió uno de los primeros antecedentes de este subgénero y nada menos que del respetadísimo Ingmar Bergman. Me refiero a la inolvidable “Junfrukällan” (1959), conocida en español como “La fuente de la doncella”. Si bien en esta película la víctima no puede hacerse cargo de la venganza, porque es asesinada, sino su familia; como espectadores nos invade la misma sed de sangre, alentada aquí además por el misticismo y la reflexión existencial, que quedará violentamente satisfecha. Varios años después uno de los asistentes que tuvo Bergman durante su clásica “Persona” (1966), llamado Bo Arne Vibenius, sería el director de “Thriller: A Cruel Picture”, una película que se encargaría de "hacer justicia" de una manera mucho más gráfica y menos pensativa.
Bo Arne Vibenius prefirió firmar con el seudónimo de Alex Fridolinski, al parecer ya sospechaba que su película sería totalmente censurada en su país. Por mucho tiempo circularon versiones recortadas de su película en los mercados del eurotrash. El principal interés era su protagonista, Christina Lindberg, la niña angelical del soft-core sueco. Tal vez este cuento de venganza habría quedado en el olvido sino no fuera hoy otra fuente de aquel amasijo de referencias que es “Kill Bill” (2004) de Quentin Tarantino. Tarantino se inspiró en la protagonista de “Thriller: A Cruel Picture” para concebir al personaje de Elle Driver, la tuerta.
En “Thriller: A Cruel Picture”, la violación será solo el primer círculo de un destino infernal. Siendo niña, Madeleine fue ultrajada por un viejo y el trauma la dejó muda. Vive sencillamente en la granja de sus padres y es objeto de compasión de sus vecinos. Un día al perder el bus acepta subirse al auto de un hombre de la ciudad. El hombre, complacido con su docilidad y que no pueda decir ni una palabra, la invita a un restaurante lujoso y luego a su departamento. Una vez ahí la duerme y comienza a inyectarle heroína. Al despertar, semanas después, Madeleine se entera que le esperan días horrendos. Ha caído en la trampa de un proxeneta que la obligará a prostituirse a cambio de la droga a la que ahora es adicta. Por si no fuera suficiente, cuando Madeleine araña la cara de su primer cliente, el caficho se lo cobra quitándole un ojo con un bisturí. En adelante usará un parche del color que haga juego con su vestido. Los padres de Madeleine han sido engañados por unas cartas enviadas por el secuestrador, donde les hace creer que su hija los odia y que ha escapado. En su primer dia libre, Madeleine sale en su busca pero se topa con otra desgracia: sus padres se han suicidado. Desde entonces Madeleine toma una determinación silenciosa para la cual, cada lunes, se entrena en artes marciales, manejo de armas y en conducir a alta velocidad. Soportará todavía más días de humillación pero cerca estará el momento en que sus crueles clientes y el proxeneta pagarán con sus vidas.
En estilo esta película resulta mucho más “fría” que “cruel”. Al parecer, hasta en sus producciones Serie B puede respirarse ese clima de silencio e inexpresividad del cine nórdico. Ningún maltrato logra que la víctima emita sonido alguno. Incluso la música incidental prefiere casi siempre quedarse callada. La secuencia de la venganza, en cuyo estilo algunos han visto un antecedente de “The Matrix”, es mostrada en cámara lenta: disparos de Madeleine vestida de negro, víctimas a quienes les explotan manchas rojas en la ropa y cadáveres que se desploman lentamente. Este estilo fue más bien un truco para lograr un resultado decente de una escena de acción contando con un presupuesto pequeño y baja destreza técnica.
“Thriller: A Cruel Picture” es también una película pornográfica. Su narración tranquila se ve trastornada, en las escenas de cama, por close-ups coitales que más bien causan extrañeza. Obviamente los insertos no fueron filmados por Christina Lindberg, una belleza que colmó con su desnudez tantas páginas centrales en revistas para caballeros y que luego encabezó carteles de cine erótico. Durante toda su carrerra intentó mantener a raya el gusto por lo explicito de los guiones que le enviaban. Durante la explosión del porno chic de los setenta, Christina Lindberg fue una de las actrices que prefirió ponerse la bata y marcharse. Gerard Damiano, el que llevó el porno a las primeras planas con su “Garganta Profunda” (1970), tuvo a Christina en uno de los proyectos que no culminó. Según la actriz, fue el mismo Damiano quien, quizá conmovido por su rostro inocente, le sugirió que abandonara el set pues se trataba de un film hardcore y ella parecía una “chica buena”. Lindberg se retiró del swedish erotica, fracasó como actriz formal pero encontró estabilidad como periodista. Tiempo después dirigió su propia película: un instructivo donde explicaba a los niños cómo recoger champiñones por el bosque.
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El film sueco “Thriller: A Cruel Picture” (1974) es representante de este subgénero. Como sus semejantes, utiliza una fácil coartada moral para justificar una explosión de violencia. Es decir, la inocencia, personificada en la protagonista, una vez ultrajada adquiere licencia para ejercer la crueldad. Es más, la platea espera con los dientes apretados que esta transformación resulte exitosa y que los malvados reciban el doble del daño que hicieron, creándose así una dudosa sensación de justicia. Pero hacer justicia no es tarea de policías, jueces o padres, que al fin y al cabo también son hombres y sólo pueden imaginar una experiencia tan traumática, sino de las propias víctimas, una noción apoyada por feminismo en los 70´s. La violación entonces, desde la visión retorcida de este subgénero, “empondera” a quienes la sufren. Pensandolo bien tal vez la idea no sea del todo descabellada. Recordemos que como reacción a generaciones de atropellos surge el feminismo, que en sus inicios era visto como un movimiento subversivo. Sin embargo, es evidente que en este subgénero queda poco margen para la reflexión. La ilustración del relato suele ser tan visceral como la indignación que producen los vejámenes contra la protagonista. Por otra parte, la agresión está individualizada. Los atacantes son escoria humana pero tienen nombres propios y reconocemos sus caras cuando estas, luego, se retuercen de dolor. Es decir, no hay crítica alguna al estado de las cosas. Pero sabemos bien que el explotation nunca quiso mejorar el mundo, simplemente hace espectáculos de sus vicios. Y es por eso que las feministas nunca aplaudieron alguna rape-revenge movie.
Precisamente de Suecia salió uno de los primeros antecedentes de este subgénero y nada menos que del respetadísimo Ingmar Bergman. Me refiero a la inolvidable “Junfrukällan” (1959), conocida en español como “La fuente de la doncella”. Si bien en esta película la víctima no puede hacerse cargo de la venganza, porque es asesinada, sino su familia; como espectadores nos invade la misma sed de sangre, alentada aquí además por el misticismo y la reflexión existencial, que quedará violentamente satisfecha. Varios años después uno de los asistentes que tuvo Bergman durante su clásica “Persona” (1966), llamado Bo Arne Vibenius, sería el director de “Thriller: A Cruel Picture”, una película que se encargaría de "hacer justicia" de una manera mucho más gráfica y menos pensativa.
Bo Arne Vibenius prefirió firmar con el seudónimo de Alex Fridolinski, al parecer ya sospechaba que su película sería totalmente censurada en su país. Por mucho tiempo circularon versiones recortadas de su película en los mercados del eurotrash. El principal interés era su protagonista, Christina Lindberg, la niña angelical del soft-core sueco. Tal vez este cuento de venganza habría quedado en el olvido sino no fuera hoy otra fuente de aquel amasijo de referencias que es “Kill Bill” (2004) de Quentin Tarantino. Tarantino se inspiró en la protagonista de “Thriller: A Cruel Picture” para concebir al personaje de Elle Driver, la tuerta.
En “Thriller: A Cruel Picture”, la violación será solo el primer círculo de un destino infernal. Siendo niña, Madeleine fue ultrajada por un viejo y el trauma la dejó muda. Vive sencillamente en la granja de sus padres y es objeto de compasión de sus vecinos. Un día al perder el bus acepta subirse al auto de un hombre de la ciudad. El hombre, complacido con su docilidad y que no pueda decir ni una palabra, la invita a un restaurante lujoso y luego a su departamento. Una vez ahí la duerme y comienza a inyectarle heroína. Al despertar, semanas después, Madeleine se entera que le esperan días horrendos. Ha caído en la trampa de un proxeneta que la obligará a prostituirse a cambio de la droga a la que ahora es adicta. Por si no fuera suficiente, cuando Madeleine araña la cara de su primer cliente, el caficho se lo cobra quitándole un ojo con un bisturí. En adelante usará un parche del color que haga juego con su vestido. Los padres de Madeleine han sido engañados por unas cartas enviadas por el secuestrador, donde les hace creer que su hija los odia y que ha escapado. En su primer dia libre, Madeleine sale en su busca pero se topa con otra desgracia: sus padres se han suicidado. Desde entonces Madeleine toma una determinación silenciosa para la cual, cada lunes, se entrena en artes marciales, manejo de armas y en conducir a alta velocidad. Soportará todavía más días de humillación pero cerca estará el momento en que sus crueles clientes y el proxeneta pagarán con sus vidas.
En estilo esta película resulta mucho más “fría” que “cruel”. Al parecer, hasta en sus producciones Serie B puede respirarse ese clima de silencio e inexpresividad del cine nórdico. Ningún maltrato logra que la víctima emita sonido alguno. Incluso la música incidental prefiere casi siempre quedarse callada. La secuencia de la venganza, en cuyo estilo algunos han visto un antecedente de “The Matrix”, es mostrada en cámara lenta: disparos de Madeleine vestida de negro, víctimas a quienes les explotan manchas rojas en la ropa y cadáveres que se desploman lentamente. Este estilo fue más bien un truco para lograr un resultado decente de una escena de acción contando con un presupuesto pequeño y baja destreza técnica.
“Thriller: A Cruel Picture” es también una película pornográfica. Su narración tranquila se ve trastornada, en las escenas de cama, por close-ups coitales que más bien causan extrañeza. Obviamente los insertos no fueron filmados por Christina Lindberg, una belleza que colmó con su desnudez tantas páginas centrales en revistas para caballeros y que luego encabezó carteles de cine erótico. Durante toda su carrerra intentó mantener a raya el gusto por lo explicito de los guiones que le enviaban. Durante la explosión del porno chic de los setenta, Christina Lindberg fue una de las actrices que prefirió ponerse la bata y marcharse. Gerard Damiano, el que llevó el porno a las primeras planas con su “Garganta Profunda” (1970), tuvo a Christina en uno de los proyectos que no culminó. Según la actriz, fue el mismo Damiano quien, quizá conmovido por su rostro inocente, le sugirió que abandonara el set pues se trataba de un film hardcore y ella parecía una “chica buena”. Lindberg se retiró del swedish erotica, fracasó como actriz formal pero encontró estabilidad como periodista. Tiempo después dirigió su propia película: un instructivo donde explicaba a los niños cómo recoger champiñones por el bosque.
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11 comentarios:
Otra versión del "género" es Ms 45 Angel of vengeance, de Abel Ferrara, aunque en esta la venganza es contra el mundo masculino en general.
hey buena pelicula porn
Este filme raya en lo experimental y por eso creo que está aquí. Gran blog. Felicidades.
Si bien creo que ya la has visto, te recomiendo "Day of the woman" AKA "I Spit on Your Grave". Interesante parodia al feminismo, o por lo menos así lo entendí yo jejeje.
Buena película, muy característica de los años 70,con mucho silencio y melodías extrañas. las escenas de sexo son muy explicitas para no ser una película porno. Y la protagonista una belleza que este 6 de diciembre debería cumplir los 58 años.
Notable la escena "buñuelezca" de la perdida del ojo!
Que Killbill! Que Nikita!
Saludos!
excelnte nota... también las otras...
jajaja menos mal que he leído esta entrada... y yo que creía que tenía una idea y resulta que ya es más vieja que nada jajaja
me gusta tu blog, gracias :D
Buen blog, pero podría ser mejor si utilizas mejor el lenguaje. Creo que confundes, en varias reseñas, las acepciones. Justificar no es lo mismo que explicar. Creo que en las películas que mencionas se explica más que se justifica. Saludos.
no sé si puedan considerarse en este género la trilogía de Chang Park, o aquella peli Baise-moi...
buena peli recomendada.saludos.
Espléndida entrada, Andrés. No cambies, ni se te ocurra usar "mejor el lenguaje", a mi me parece que tu aptitud en la distinción entre "justificar" y "explicar" queda fuera de toda duda; es más bien preclara, diría.
A tenor de los comments parece que no obvia decir que esta peli es anterior a Nikitas, Baise-moi, o -apunto- aquella revisión yanqui en provecho de Clint Eastwod (una del llamado en España Harry "el sucio" , no recuerdo el título)... y por supuesto Kill Bill, que como comentas es un erudito compendio tributario de tantos filmes. Es decir:
"Que Killbill! Que Nikita!"
Nor! Qué Vibenius éstas, si acaso. Que para eso se hacen estos posts, para que pongamos las cosas en su sitio, y los honores a quien corresponde.
Eres un puto crack, Andrés. Haces un trabajo magnífico en tu blog.
Oh me sonrojo, gracias por el comentario Llon. Pero no me queda claro a que te refieres "con distinción entre justificar y explicar". saludos Andres MEgo
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