Los pasatiempos de la histeria

Cine norteamericano de Ciencia Ficción de los 50´s


Para una década histérica, pastillas contra el nerviosismo. “Salido de nuestras profundidades primordiales para destruir el mundo”, “¡Algo está sucediendo, envía hombres de Ciencia rápido!”, “Vea a la Tierra atacada por platillos voladores”, advertían las prescripciones de los afiches. En los cincuentas, el cine de Ciencia Ficción norteamericano fue el escaparate de las tensiones de una generación. Aquellos llamados en la fantasía “it” o “them”, criaturas inclasificables venidas de otro mundo, tenían nombre propio en la vida cotidiana bajo “comunistas” o “guerra nuclear”. Esta formidable retroalimentación entre el inconsciente colectivo y el cine, es lo que mantuvo fascinadas a las generaciones posteriores. La mayoría de estas películas eran pobres en presupuesto, confinadas a la Serie B y al espectador a veces distraído del drive-in, pero usualmente eran atrevidas en sus aspiraciones visuales: tres minutos de alienígenas atacando a un ejercito (o, al menos, a una muchacha) podían ser el plato fuerte. Cuando el género recibía la atención de estudios más holgados, la narración se esmeraba y el espectáculo visual marcaba precedentes. Salías del cine pensando que el mundo iba por un rumbo desconocido, algún día un hombre viajaría por el Espacio o la tecnología nuclear acabaría con la Tierra. Lo que sucediera primero.

Sup. Forbidden planet (1956)
Inf. 20 million miles to earth (1957)


I. La Ciencia está de moda

En 1957, una pelota plateada fue lanzada fuera de esta Tierra. El comunista Sputnik I pasó por sobre las cabezas norteamericanas y estas no lo notaron. Pero de la pantalla del televisor se derramó una marea de pánico indignado que inundó Estados Unidos. La conmoción era general. Funcionarios gubernamentales se arrancaban el pelo de despecho: ¿cómo es posible que los rusos hayan logrado semejante propaganda antes que ellos? La opinión pública se comía las uñas al comprobar que el gran rival podía confrontarlos tecnológicamente o, peor aún, adelantárseles, en un tiempo en el que estar adelantado en la Ciencia no significaba necesariamente ser un pacifista.

Pero el noble y pionero Sputnik I, que cayó de órbita tres meses después, no tenía la culpa de tal desconfianza. Pocos años antes, los propios norteamericanos se habían ocupado en demostrar que la capacidad del hombre en destrucción radical no era una pesadilla de predicadores. La actividad científica entonces gozaba de atención prioritaria. Si bien algunos de sus logros eran éticamente cuestionables, pero ya que es así, pensaban los líderes de ambos bloques, al menos seamos los primeros en disparar. Muchos se afiebraron por el temor a un Sputnik relleno de armamento nuclear. Pero más bien amigable, el Sputnik II salió tripulado por la perra Laika, que salió tiernísima en las fotografías.

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“Destination Moon” (1950)
Entonces se dio el disparo para la famosa Carrera Espacial. Los norteamericanos dispuestos a todo con tal de aliviar su orgullo, invirtieron millones para la fundación de la Nacional Aeronautics and Space Administration (NASA) que fue puesta a trabajar de inmediato en un show más impresionante que restituyera la certeza de que en la “tierra del hombre libre” se está mejor. Pues también para el norteamericano promedio el Sputnik había significado un shock. Una sociedad alimentada por el sueño de una felicidad material al alcance de los sueldos, en ciudades seguras para los buenos ciudadanos y respaldados por una nación que no perdía guerras. Para mayor ensoñación, los primeros artilugios de la tecnología domestica comenzaron su seducción. En los cincuenta se inventaron los hornos microondas y el sonido estéreo, pero sobre todo el control remoto, piedra angular de una sociedad televisada en rápida multiplicación. Para los más hechizados por aquella prosperidad ligada al avance de la técnica, surgía una nueva forma de entretenimiento en la forma de una profusa literatura de Ciencia Ficción. Como siempre al galope de las modas, el cine norteamericano aprovechó aquella receptividad del público. Se volvieron protagonistas de la Serie B, los científicos reputados, portadores de saberes inaccesibles (energía nuclear, paleontología, robótica, vida en otros planetas), dispuestos al sacrificio por probar sus teorías, de intenciones patrióticas o a veces incluso voceros de alienígenas. Es decir, una microscópica minoría con el conocimiento para cambiar el rumbo de las cosas o para resolver el desastre dejado por otros, que además eran invariablemente guapos y bien peinados. A veces su punto débil era caer en la soberbia del razonamiento, en llevar las cosas al límite con tal de obtener una explicación. Con todo eso en la cabeza que preocupante debió haber sido ver las noticias sobre el Sputnik y sentir que aquellos hombres de vanguardia en realidad jugaban del lado del enemigo.

• "Destination Moon" (1950)

Una década de fantasías científicas y delirios hegemónicos no podía tener mejor inauguración que “Destination Moon”. Rodada en costoso Technicolor, con el mayor despliegue de efectos especiales de la época, realizada en más de dos años y obsesionada con la exactitud científica, “Destination Moon” es la única película de Ciencia Ficción que ha dejado de serlo para ser ahora realidad. Diecinueve años antes que el primer hombre pisara la Luna, esta película mostró al gran público norteamericano la recreación más realista de un posible viaje al satélite. Pero las intenciones no terminaban ahí, fundida con la especulación científica se proyectaba un mensaje propagandístico. “Quien controle la Luna, controlará la Tierra”, dice uno de los personajes, en medio de una Guerra Fría entrando en calor. La posibilidad de construir una estación lunar capaz de disparar misiles a la Tierra, planteada en la película, parece alentar agresivamente una Carrera Espacial que todavía comenzaría en unos años. El fenomenal éxito de público de “Destination Moon” contribuyó a sembrar en el imaginario colectivo que el viaje a la Luna no sería sólo “un pequeño paso para el hombre”, sino todo un salto geopolítico. Es muy posible que la recordación de “Destination Moon” haya contribuido a que los votantes hayan aplaudido la enorme inversión en la competencia por el queso lunar. Posiblemente también los primeros astronautas vieron en esta cinta el despertar de su vocación (en caso no fueran rusos).

Para disfrutar del ingenio de “Destination Moon” se hace necesario poner a un lado nuestra información escolar. En los cincuenta, casi nadie tenía la menor idea de cómo alguien puede salir de la Tierra. Por eso, interesado en hacer una película que destaque también por su credibilidad, el productor George Pál (“When Worlds Collide”, 1951; “The War of the Worlds”, 1953) convocó a varios asesores que definieron detalles como sobre qué cráter se alunizaría o el estilo de caminata en la Luna. Incluso el Pájaro Loco, en una secuencia de dibujos animados, colabora con la didáctica. El equipo de efectos especiales no podía estar más motivado (premiados con un Oscar). La realización de la película demandó la construcción de sets giratorios para simular la ausencia de gravedad, complejas escenografías y muchos metros de alambres para desplazar a los astronautas en el vacío.

A nivel argumental existen dos elementos de la trama que no son sobre todo descriptivos. El lanzamiento es una acción clandestina pero de ambición patriótica, puesto que utiliza un propulsor nuclear, vetado por la oposición. Una vez en la Luna, pero escasos de combustible para regresar, la tripulación debe deshacerse del mayor peso posible, hasta de uno de los ellos. Pequeño conflicto para dar la pizca de drama.

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• “This Island Earth" (1955)
Una de las más recordadas de la época y una de mis favoritas. “This Island Earth" (conocida en español como “Regreso a la Tierra”) nació del interés de un gran estudio, Universal Pictures, de hacer fortuna en la Ciencia Ficción con un producto de vistosos colores y de lo más esmerada en efectos. “Two years in the making” (dos años en la realización) advertía el afiche a un público que entendía que a más demora, más grande el espectáculo. El resultado no decepcionó a los críticos y aficionados, “This Island Earth" desbordaba los parámetros del género en formato y fantasía.

La aventura del Dr. Cal Meacham, un notable científico, comienza cuando recibe un diminuto condensador y culmina en un viaje de urgencia al planeta Metaluna. Qué mejor manera de convencer a los niños que la Ciencia te puede llevar lejos. Son sustanciales en el film las parrafadas científicas, los circuitos y bombillas de colores, y el sobreentendido que los personajes poseen conocimientos herméticos e intelectos insuperables, o al menos muy superiores a los de quienes miran desde las butacas.

Meacham queda sorprendido por la extrema resistencia de aquel condensador y solicita un catálogo a los fabricantes. Lo que recibe es un Interocitor en miles de piezas, logra ensamblarlo y en la pantalla aparece un tal Exeter que anuncia, en vista de la brillantez demostrada, que Meacham ha sido elegido para integrar un selecto club de científicos. No sin cierta desconfianza, Meachan aborda un avión sin tripulantes que lo conduce a su nuevo empleo. En el club se encontrará con un viejo amor, la Dra. Ruth Adams. El clima de secreto es total y las mentes más brillantes del mundo no saben en qué trabajan. Ruth y Meachan intentan escapar pero son capturados por un platillo volador. Como su peculiar aspecto ya nos adelantaba, Exeter y su equipo resultaron ser alienígenas. Son un comisión del planeta Metaluna en busca de armamento de otras galaxias para combatir una guerra que están perdiendo. Visitaron la Tierra interesados en las armas nucleares, pero ya es demasiado tarde. Cuando regresan, la destrucción total de Metaluna es inminente y los metalunos, una raza superior a punto de desaparecer.

Algunos críticos han subestimado “This Island Earth” porque lo fantasioso de su trama parece evadir una lectura por donde se asomen los demonios de la década. Por el contrario, los conflictos terrícolas no merecen discusión y Meachan pasa de aparente protagonista a ser simple testigo de líos interplanetarios. El mensaje aquí es más clásico. Nuestra orgullosa Tierra (entiéndase Estados Unidos) no es más que un intrascendente polvillo del bloque subdesarrollado del Universo. Nuestra intervención en las épicas astrales sólo puede ser casual, aunque improbable, y motivada siempre por fuerzas externas. En esta isla, la Tierra, nunca llega la maravilla de las estrellas.

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• Forbidden Planet (1956)

Junto con “The Day The Earth Stood Still” (1951), “Forbidden Planet” está entre las que gozan de la más alta estima. Aclamada desde un principio, esta película debe su respetabilidad a una trama de inspiración shakesperiana (La Tempestad), a la participación estelar de Robby The Robot, el primer robot simpático que todo niño quiso tener, y por ser obra seminal de la todavía lejana y prolífica serie “Star Trek”.

Para el tiempo de “Forbidden Planet”, el siglo XXIII, el conocimiento humano ya domina la faena de viajar a la velocidad de la luz. Por primera vez en el cine son los seres humanos los que descienden de los platillos voladores. Una delegación de la United Planets arriba en el planeta Altair IV en busca de sobrevivientes del Bellerophon, una expedición enviada dos décadas atrás. El único miembro restante es Edward Morbius, un científico no muy complacido por la visita. Morbius vive asistido por Robby, robot de su invención capaz de multiplicar cualquier materia copiando sus moléculas, y acompañado por su hija Altaira, nacida allí, que a sus diecinueve años ve por primera vez a hombres guapos bajar del cielo. La trama transcurre entre la interrogante por la desaparición de los otros expedicionarios, el asombro ante la cerebral civilización originaria de Altair IV; los Krells, especie extinguida pero cuyo avance intelectual ha sido asimilado por Morbius a través de sus vestigios tecnológicos; y el interés explicito de la bella Altaria en lo tocante a relaciones humanas.

En su afán de sofisticación, “Forbidden Planet” toma prestado el freudiano “id” como desencadenante de espectros destructivos, metáfora del humano víctima de su propio imperio mental. Por si fuera poco, la película tiene una banda sonora enteramente electrónica en un tiempo donde la música electrónica era todavía una galaxia remota. Y para nuestra mayor esperanza en el futuro, descubrimos que la mayor hazaña de Robby, The Robot, es reproducir infinidad de botellas de whisky.

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II. Manteniéndose junto a los Jones

Después de su victoriosa campaña en la II Guerra Mundial, a fuerza de explosiones atómicas, Estados Unidos entró en una década de apogeo. Durante los cincuenta se enarboló como nunca antes el eslogan del “sueño americano”. Mientras buena parte del mundo se reconstruía, las clases medias blancas recibían su parte de la bonanza con la construcción en serie de viviendas, las autopistas que conectaban cada pueblo, la fabricación de vehículos económicos y la droga definitiva: la televisión.

El capitalismo necesitaba de muchos votantes satisfechos para afrontar la siguiente cruzada, esta vez contra los comunistas. El anzuelo eran las facilidades de llevar una vida tranquila, lejos de las ciudades decadentes y sin vecinos de otras razas. Una expresión común era "Keeping up with the Joneses" (Manteniéndose junto a los Jones), manifestando el deseo de igualar el estatus del vecindario. Entonces, miles de personas se mudaron al paisaje homogéneo de los suburbios donde sostendrían familias y acumularían bienes. La pantalla chica se ocuparía de dar la pauta sobre qué cosas comprar o a quién elegir como gobernante. Y, si acaso el mundo cayera en una debacle nuclear, serían aquellos hogares-refugio el mejor lugar donde ocultarse.
“The Day the Earth Stood Still” (1951)
Pero detrás de esa coraza de felicidad latían inquietudes. Por un lado, el hostigamiento de un Estado interesado en que todos canten los lemas del conformismo, y por otro, la supuesta amenaza del extranjero, del contrario ideológico, del pobre, en su guarida contando los días para derribar América. El devenir de los sucesos mundiales tampoco parecía tranquilizador y, a pesar del optimismo oficial, se dormía con la sospecha que al día siguiente todo sería peligroso.

El cine de Ciencia Ficción, utilizando la figura del extraterrestre, recreó aquella inquietud frente al extraño. En las películas, los visitantes de otros mundos podían aterrizar en la Tierra con diferentes intenciones. Como en “Invaders from Mars” (1953) o “War of the Worlds” podía tratarse de especies colonizadoras cuya derrota dependía de una coalición patriótica o la ayuda de Dios. En otros casos, dado que se da por sentado la superioridad intelectual de todo extraterrestre, los visitantes venían cómo “hermanos mayores”, alertando sobre el desastre total en la meta de las carreras armamentistas. Sin embargo, cualquiera sea la intención y como la primera impresión es la que vale, el aspecto del extraterrestre era la promesa de los afiches. Algunos muy evidentes con gigantescas cabezas y ojos, otros eran variaciones gigantescas de bichos terrestres, también había robots fascistas y vegetales inteligentísimos, hasta incluso caballeros de saco y corbata. Estos últimos eran los peores, duermen, se peinan y caminan entre los humanos, pero el mandato que propagan era de otro mundo.

• “The Day The Earth Stood Still” (1951)

Una de las primeras en plantear un visitante extraterrestre que no viene a invadir sino a dar una advertencia. “The Day The Earth Stood Still” (El día que la tierra se detuvo, 1951) está entre las películas más respetadas del género. Fue una producción de mediano presupuesto, esmerado en efectos especiales y un guión que aludía directamente a la carrera armamentista de las potencias. En su época era atrevido que una película, que sólo debía fantasear con platillos voladores, propagara principios pacifistas. Tanto así que el senador McCarthy olisqueó a su director, Robert Wise, para ver si apestaba a comunista. Con todo, “The Day The Earth Stood Still” fue un blockbuster de su época, todos los niños memorizaron la frase “Klaatu barada nikto” que desactivaba al robot, y fue la primera en poner en claro, para quien no quisiera darse cuenta, a qué tensiones se referían las películas de marcianos.

Un platillo volador aterriza nada menos que en Washington, DC, y, naturalmente, las nerviosas fuerzas armadas norteamericanas reciben a su tripulante con un disparo. Klaatu, alienígena de aspecto humano, es llevado a un hospital donde se recupera rápidamente y escapa al menor descuido. Mientras tanto el Ejercito rodea el platillo volador, estacionado cerca de la Casa Blanca, y al robot Gorot que ha salido de él. La misión de Klaatu es comunicar a los líderes del mundo que detengan su entusiasmo por el poder atómico porque otras civilizaciones temen que la Tierra se convierta en un foco de violencia para la galaxia. La reprimenda de Klaatu no viene sin amenaza: si los humanos no se enderezan el planeta deberá ser destruido (para eso está Gorot, según parece). Curiosamente, Klaatu no contaba con que los humanos estuvieran tan enemistados entre sí, por lo que se vuelve imposible su pedido de reunir a los presidentes del mundo para darles su mensaje. Por eso, decide mezclarse entre la gente y encontrar quien pueda escucharlo.

Aquella visión pesimista del ser humano empeñado en su propia destrucción, frecuente en la Ciencia Ficción, está muy presente en “The Day The Earth Stood Still”. En contraposición, este extraterrestre, ciudadano de un mundo mejor, representa un “mesías”. Para mayor evidencia, Klaatu escoge Carpenter (Carpintero) como su nombre terrícola, en alusión ya saben de quién. Sin embargo, este “enviado” no viene armado de mucha paciencia y abandona a los necios humanos cuando estos lo abaten por segunda vez. El robot Gorot, personaje misterioso, lo llevar de regreso a la nave donde resucitará (para elevarse a los cielos).

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•“Robot Monster” (1953)


Ya es unánime. “Robot Monster” es un hito del cine de lo pésimo. Aquellos que alguna vez aseguraron, fascinados por el Ed Wood recreado por Tim Burton, que “Plan 9 from outer space” era la “peor” película del cine norteamericano, deben admitir que “Robot Monster” alcanza desproporciones tales que su torpeza se vuelve objeto de admiración. Fue realizada por un director de 25 años, igual de vehemente pero desacertado, llamado Phil Tucker que deprimido por el fracaso de “Robot Monster”, su opera prima, y a causa de un distribuidor que no quería pagarle, intentó dulce suicidio.

Los años han pasado y “Robot Monster” ha resistido el ensañamiento de generaciones de críticos, que si el guión es impronunciable, qué si los personajes son ridículos, que si la edición es primaria… pero tanto amor no podía seguir ocultándose. Hoy, bajo el lema “so bad it's good", “Robot Monster” es punto obligatorio de la Ciencia Ficción cincuentera.

El monstruo en cuestión es de los que no se olvidan. Un alienígena conformado por un cuerpo de gorila (la parte “monster”) y un casco de buceo con dos antenitas (la parte “robot”), llamado Ro- Man. Un mal día, Ro – Man llega a la Tierra y aniquila a toda la humanidad con su rayo mortal, el "Calcinator". A través de un artefacto de comunicación (que emite burbujas), el Guía Supremo le informa que quedan ocho sobrevivientes, a los que debe destruir o sino el destruido será él. Los sobrevivientes son una familia, dos hombres y un científico responsable de un antibiótico que los hizo inmunes al rayo. Pero incluso en ese escenario apocalíptico florecerá el deseo. Luego de ardua persecución, Ro–Man captura Alice, la hija mayor de la familia, pero cuando debe estrangularla siente debilidad por ella. “I must but I cannot” (debo pero no puedo), enuncia confundido.

“Robot Monster” es otro caso del extraterrestre cuya “tecnología superior” y sometimiento absoluto al jefe, no lo libra de caer fascinado ante los valores (y, sobre todo, belleza) humanas. Al grosero Ro-Man, los terrícolas responden, en divertida “teleconferencia”, con conceptos como la familia, la libertad y la inocencia. Alice es la pureza del mundo en juego que primero está salvo en los brazos fornidos de su prometido Roy, y luego peligra en los peludos y negros de Ro-Man. Pero estas alusiones sexuales no son la única atracción. “Robot Monster” contiene las líneas de diálogo más inverosímiles dichas alguna vez en el género. Y para alegría de los niños, parte de ella fue rodada en 3-D e incluye una inesperada lucha entre dinosaurios (material de archivo de otras películas). Una matinée inolvidable.

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• “It Conquered the World” (1956)

El maestro de las películas de cuatro cobres, Roger Corman, inició su carrera en los días en que el mundo podía terminarse (“Day the World Ended”,1955) o “eso” podía conquistarlo de repente (“It Conquered the World”, 1956). En esta película, Tom Anderson, un científico desesperanzado de la viabilidad del ser humano, contacta a través de un radio transmisor a un venusiano que planea hacer de la Tierra su nuevo hogar. Tom pasa los días dialogando con el alienígena mientras su esposa Sally, preocupada, insiste: "Come to bed, Tom." (Ven a la cama, Tom). El Dr. Nelson, otro científico y amigo de Tom, advierte que su colega podría estar perdiendo la razón, pero aquel, convencido que el intelecto evolucionado del extraterrestre será benéfico para la Humanidad, continúa obedeciendo a su misterioso interlocutor.

El primer “beneficio” son los “control devices”, artefactos que vuelan como murciélagos y se adhieren al cuello de los humanos para tomar control de su voluntad. Los más influyentes líderes de la comunidad y sus esposas son hincados con sendos “devices” y la misma suerte amenaza al Dr. Nelson y Sally. La mujer se da cuenta de lo que ocurre y, escopeta en mano, sale hacia la cueva donde se oculta el alienígena (lo más similar al hábitat de Venus). Frente a él, exclamará espantada: “So that's what you look like.....You're ugly, horrible! Go on, try your intellect on me! (“Entonces es así como te ves…¡Eres feo, horrible! ¡A ver prueba tu intelecto conmigo!”), antes de disparar en vano.

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III. La invasión doméstica

La Guerra Fría fue la principal pesadilla en los cincuenta. Por eso, a los norteamericanos de esta época les tocó sufrir los peores bombardeos de la propaganda estatal. Eran partícipes de un nuevo tipo de guerra donde se pagaba con la enajenación hacia un sistema ideológico y la tensión constante de que el enemigo se te adelante y tengan que irse a las manos.

Para tiempos de guerra, mensajes elementales. El comunismo era el contrario y su triunfo, el fin del estilo americano. La mejor bandera era la exaltación de su concepto de libertad, según el cual, hasta el más miserable podía abrirse paso en el camino de la realización personal. A los niños no se les permitía leer “Robin Hood” y a los jóvenes se les encaminaba a ser profesionales cada vez más solventes. El comunismo era entonces lo aburrido, lo monótono, el beneficio del grupo que se impone al placer individual, la pérdida de personalidad, la voluntad quebrada e inclusive la sequedad de los sentimientos.
“I Married A Monster From Outer Space” (1958)
Ahora sorprende el nivel que alcanzó la persecución paranoica del senador Joseph McCarthy, al interior de Estados Unidos, tras elementos del Partido Comunista. Buen ejemplo de que el espíritu competitivo de esa nación, también se desempeñaba minuciosamente en obsesiones. Se suponía que así como el FBI infiltraba espías en el bloque soviético, agentes de la KGB, del Partido Comunista Internacional, hijos de Red China, europeos orientales o marxistas aficionados, muchos con un pelo de comunista, circulaban mimetizados en las bajas y altas esferas de la sociedad norteamericana. En 1948 se destapó el caso de Alger Hiss, un oficial de alto rango que fue acusado de portar carnet rojo. En los años siguientes, la ola de desconfianza se levantaba y un McCarthy encontró el empuje para realizarse como matón político. Todo exceso parecía justificado en esa atmósfera de histeria ante un Comunismo que ganaba: la Unión Soviética dominaba los secretos de la bomba atómica; la nación más poblada, China, cambiaba su bandera; y media Europa estaba manejada por los rusos. Es así que bajo el atento ojo de la televisión, McCarthy repartió acusaciones a todas las gradas del escalafón estatal hasta llegar a las Fuerzas Armadas. Al llegar ahí su carga de desprestigio finalmente lo aplastó y murió de alcoholismo en 1957. Pero McCarthy había simplemente un soldado de una locura que muchos compartían y siguieron ejerciendo décadas después. Pero con la televisión estrenando sus superpoderes, para el hombre común el McCarthismo sólo podía traducirse en histeria colectiva, soplones encontrando su vocación en cada barrio y el mandato de “no critiques a los Estados Unidos. No pienses diferente. Confórmate” impreso en la coronilla.

El cine tenía que echar su leña en la hoguera de las brujas. La Ciencia Ficción produjo metáforas espléndidas del sentimiento de invasión interior que aquejaba la sociedad. Dentro de esta clave, el comunista era el no-humano, el agente de la desnaturalización, carente de voluntar y de origen desconocido. En resumen, tenía que venir de otro planeta. Pero el ingrediente principal de este tipo de invasión era que comenzaba desde adentro. Copiando la forma humana surgían desapercibidos en el seno de una comunidad para desde ahí multiplicarse. Era una invasión destinada a triunfar porque el invasor suplantaba al dominado sin que este tenga consciencia para oponerse. Para usos de la narración, en estas películas los protagonistas eran necesariamente los únicos “videntes” que resisten la marea de enajenación y encuentran solución o perecen en vano heroísmo. Otro mensaje estaba claro: cual virus ideológico, mientras estar ciego al comunismo era correr el riesgo de convertirse en uno de ellos.

• "It Came From Outer Space" (1953)


Película en “fascinante 3-D” pionera en traducir la paranoia imperante en inspiración de una invasión alienígena desde la suplantación de los individuos. Fue dirigida por Jack Arnold, transformador de los bajos presupuestos en clásicos de la Serie B como “Creature from the Black Lagoon” (1954) y la inolvidable “The Incredible Shrinking Man (1957)”. Está basada en un relato de Ray Bradbury y narra el hallazgo de un supuesto meteorito por el astrónomo aficionado John Putnam y su esposa Ellen. John piensa que se trata de un objeto de otro mundo pero los demás lo creen loco (incluida su esposa). Sin embargo, en los días siguientes varias personas comienzan a comportarse como autómatas. El Sheriff sospecha que algo malo sucede y saca el armamento. Pero John indaga en los alrededores y descubre a huéspedes extraterrestres de los más encantadores y en tercera dimensión (hora de ponerse los anteojos). Son viajeros galácticos que debido a una avería en su nave especial deben aguardar en la Tierra. ¡Pero los terrícolas no lo permitirían! Por eso deben tomar control temporal de los sujetos influyentes de la comunidad.

Esta película comenzó con la idea de extraterrestres visitantes sin agresivas intenciones que en vista de la “brutalidad” congénita del Ser Humano se ven obligados a optar por métodos antidemocráticos, casi por nuestro bien. Al contrario de lo que sugeriría después “Invasion of the Body Snatchers” (1956), aquí el invasor controla a los humanos, no para extender un dominio, sino para pasar desapercibido. Una propuesta sospechosa para una década de desconfianza.

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• "Invasion of the body snatchers" (1956)


Película fundamental. La engreída de quienes buscan metáforas de la paranoia cincuentera en la Ciencia Ficción. Ríos de tinta y dos versiones posteriores (la tercera pronto a estrenarse), han hecho de “Invasión…” una de las obras clave para entender aquella década. Un pueblo entero está siendo suplantado por alienígenas que emergen de vainas extraterrestres. Cada individuo reemplazado se vuelve conformista y frío pero feliz al fin, pues ha abandonado toda emoción que altere la paz humana. Sólo un médico local y su dama opondrán resistencia a ser reemplazados. “Pero así se está mucho mejor”, tratan de convencerlos antes de correr tras ellos. En lo personal, esta cinta plantó en mi mente la idea de este Especial. Fue comentada en extenso en el artículo “La sociedad alienígena” de la Tetona de Fellini, desde entonces sus congéneres han invadido mi atención.

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• "I Married A Monster From Outer Space" (1958)


Un argumento exquisito pero de fallida cocción. Guionista y actores mediocres lograron que de esta película sólo se recuerde su título juguetón (“Me casé con un monstruo del espacio exterior”). ¡Qué invasión más invencible si empieza en tu cama! En esta historia Marge y Bill acaban de casarse y, cómo el Señor ordena, ahora la tarea es procrear. Pero justo la noche anterior a la boda, Bill es raptado y reemplazado por un alienígena disfrazado. Marge ve pasar los meses infecunda. Bill, además de mostrarse distante, pone de mal humor a los perros y tiene el hábito de dar paseos nocturnos por el bosque. Una noche Marge lo sigue y, iluminado por un relámpago, vislumbra el verdadero rostro de su marido (a lo Bacon). Marge pide ayuda pero es inútil: “¿Así que tu esposo es un extraterrestre? ¡Pero aún así es tu marido!”. Sólo su ginecólogo tendrá oídos para sus angustias y partirán juntos hacia el bosque. Descubrirán que los ejemplares más casamenteros del pueblo han sido reemplazados por sujetos de una raza cuyas hembras se han extinguido. “Ellos” vagan por el Universo en la búsqueda, sin éxito al menos en la Tierra, de dar continuidad a su semilla. ¡Cuantas metáforas reunidas! Desde la extrañeza del recién casado hasta la impotencia irreversible. ¿Por qué los alienígenas se toman la molestia de reemplazar al humano en sus rutinas conyugales, y encima con baja performance? ¿Es señal de deshumanización dejar de emborracharse todos los días con los amigos?

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IV. Las bestias de la radioactividad

Hoy en día sobrellevamos cotidianamente la certeza que la tecnología humana tiene el poder para alterar definitivamente el entorno, que el armamento que almacenan las naciones poderosas sería suficiente para propiciar nuestra extinción. El estado de ánimo de los cincuenta estuvo muy influido por el comienzo de esta visión. La bomba atómica irradió a las sociedades del mundo el desaliento de comprobar que la humanidad contenía la semilla de su propio fin. Definitivamente no era un concepto nuevo pero nunca antes se había logrado una demostración tan elocuente. La división del átomo traía además el mensaje que en adelante no existiría unidad o coherencia que no pueda ser fragmentada. La vida moderna convivía con la desintegración.

A este clima de pesimismo los norteamericanos agregaron una fuerte dosis de ansiedad al saber que su peor enemigo, la Unión Soviética, dominaba también los secretos de la bomba atómica y la bomba de Hidrógeno, miles de veces más letal. Estaba claro que de ocurrir una III Guerra Mundial ambas potencias tendrían que echar mano de su arsenal nuclear. El péndulo de esta posibilidad se aproximaba y distanciaba: la consigna era vivir en alerta. La cultura y los medios reflejaban cotidianamente este estado de zozobra, los científicos hacían especulaciones sobre el “día siguiente” al desastre y entre los poetas la ansiedad estaba de moda. Mientras tanto, el Gobierno, interesado en propiciar esta situación, alentaba a la población a construir refugios subterráneos en casas y vías públicas. La tortuga Bert, personaje de un famoso film oficial, instruía a los niños en “duck and cover” (agacharse y cubrirse) en caso un destello muy intenso proveniente del cielo los pillaba cualquier día.

“The beast from 20000 fathoms” (1953)
En 1955, Estados Unidos recibió una visita extraordinaria. Un grupo de mujeres jóvenes gravemente desfiguradas por efecto de la bomba atómica, bautizadas como las “Hiroshima Maidens”, llegaron al país en busca de cirugía correctiva. En parte para recolectar fondos y expresar su obvia protesta contra las armas nucleares, las damas de Hiroshima hicieron giras y obtuvieron gran atención de la prensa. En televisión confrontaron a Robert Lewis, piloto del Enola Gay, ejecutor del genocidio, y para la radio grabaron una canción pop. Se convirtieron en peculiares celebridades que, mientras esperaban tratamiento, se entretenían con las rutinas del americano promedio: como ir al cine o salir de shooping. Pero interpretados por estas víctimas, estos hábitos “inocentes” denunciaban una dramática ironía. Hasta estos actos mínimos parecían un reclamo incómodo. Una vez lanzada la bomba, la normalidad parecía enrarecerse. ¿Cómo entonces podía uno jugar ping –pong con los amigos y saciarse de hamburguesas?

El cine de Ciencia Ficción materializó el terror a la bomba en bestias fantásticas. Las primeras películas de monstruos gigantes se hicieron en los cincuenta y fueron catarsis del miedo a una fuerza destructiva más allá de todo control. A los terribles efectos de la radiación, más o menos conocidos por el público, la Ciencia Ficción sumó la capacidad de libertar dinosaurios de sus prisiones de hielo, traer a la superficie bestias marinas, fomentar la proliferación de hormigas corpulentas, convertir en colosal a un chato (“The Amazing Colossal Man”,1957) o reducirlo a nivel microscópico (“The Incredible Shrinking Man”,1957). A su manera son también películas “ecológicas” ya que por lo usual aquellas criaturas son producto de una alteración radical del medio ambiente.

• "The beast from 20000 fathoms" (1953)

Esta fue la primera vez que una bestia prehistórica, perturbada en su sueño eterno por una explosión atómica, arrasó una gran ciudad. El responsable del siniestro fue Ray Harryhausen quien, a puro pulso, hizo posible que Nueva York fuera pisoteada por un Rhedosaurus. Su gran éxito desató una estampida de bestias donde la japonesa “Gojira” (1954), o “Godzilla”, resultó ser la más ilustrada. El argumento es escaso como la paciencia de los niños anhelantes en sus butacas. En el Polo Norte militares norteamericanos testean bombas de hidrógeno y, el día menos pensado, un dinosaurio se libera de su prisión de hielo. Acto seguido, la criatura nada hacia el sur con destino New York, donde quizá vivieron sus contemporáneos, sospechan los científicos. Pero ya no es así, ahora los ciudadanos deben vérselas con un monstruo sin respeto por el urbanismo.

Harryhausen se luce en esta hazaña temprana del stop-motion y recrea con fluidez a una criatura gigantesca que incluso interactúa con edificios, objetos y personas (truco de por medio, claro está). Encantadoramente arcaicas son las escenas donde la bestia destruye un faro o asecha en la vía pública. El título proviene de un cuento del popular escritor de ciencia ficción, Ray Bradbury. Aunque las similitudes con la película son mínimas, los productores compraron los derechos para evitar temas legales y, de paso, aprovechar la fama del escritor. Bradbury prefirió después titular su cuento de otra forma.

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• "20 Million Miles to Earth" (1957)


Otra película donde la atracción principal es el talento de Ray Harryhausen. Más natural y ágil que sus predecesoras, esta vez la criatura en cuestión es oriunda de Venus. Aparece en un pueblo de pescadores sicilianos, traída por un cohete espacial que se estrella en el mar. El único astronauta sobreviviente sale en busca de la cápsula que encierra a la criatura, pero un niño la encuentra antes y la vende a un científico local. El extraordinario espécimen, bautizado Ymir, comienza a ganar tamaño rápidamente. Si al principio espantaba perros, pronto saldrá a medir sus fuerzas con un elefante (¡espectacular escena!). El suspenso del film va en aumento a la medida que crece su protagonista y se vuelve inmanejable para cualquier tipo de jaula. El comportamiento innato de Ymir parece pacífico y su dieta vegetariana, simplemente es un ser incomprendido que los humanos, como siempre, acabarán por sacar de quicio.






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Tomados del libro "Film Posters: Science Fiction" (2006, Evergreen)

Los afiches se amplian haciendo click en ellos.













25 comentarios:

Anónimo dijo...

descubrí tu blog este verano y estaba esperando que lo reanudaras.Estupendo, agil e informativo.
Un seguidor fiel desde Alicante,España

Anónimo dijo...

excelente regreso!

BUDOKAN dijo...

Muy buen regreso. Lo has hecho con un post de antología sobre un tipo de cine que amo. La verdad que muy completo y citando films que son verdaderas fuentes de inspiración al cine moderno. Saludos y bienvenido!

Anónimo dijo...

Hola Andrés,
He leído detenidamente este especial y me parece excelente!!!...

He visto varias de las películas que comentas, mis favoritas: "Invasion of the body snatchers" y “This Island Earth".

Veo, que valió la pena el tiempo invertido en el especial.


Felicidades!!

Unknown dijo...

Felicidades por el regreso, excelente articulo, ya hacia falta leerte por aquí.

Nelson, un habitante del patio dijo...

Andrés:
Que buen post hiciste. Una excelente selección de películas y un artículo digno de un escritor, es casi un documento para guardar.
Te felicito por la pasión que pones al escribir.
Saludos,

Anónimo dijo...

Muy buen post.
Genial.

Saludos...

Anónimo dijo...

Un regreso por tó lo alto zi zeñó! "I Married..." resulta una bizarra paranoia la mar de interesante incluso a día de hoy para mi gusto (me alegro que hables de ella); "The Beast..." es uno de los grandes logros en efectos especiales de la historia del cine y un hito absoluto del fantástico; en cuanto a "20 Million..." me parece una de las películas fantásticas más emblemáticas, sin duda alguna un film sobresaliente dentro de esta etapa nacida de la paranoia yankee.

Ha vuelto a tocar mi fibra sensible. Saludos.

Luciano dijo...

espero que no importe que ponga un link a tú blog en mi blog.

Román Mayorá dijo...

Bueno, al fin buenas noticias... Había pasado varias veces buscando actualizaciones (ya leí todo lo anterior que has posteado) y me parecía triste que no vuelvas a escribir... Así que ánimo y ojalá puedas seguir con esto...
Descubrí, bajé y miré muchas películas que no conocía gracias a este blog.
Muchas gracias!
(desde Paraná, Entre Ríos, Argentina)

Anónimo dijo...

Muy bien Derzu ¡que post! Esto es calidad. *Nota mental: cuando sea grande,-mas grande-, quiero escribir un post así.
Y me soprende mucho, hoy leí algo por el estilo en un blog español, solo que no me dieron ganas de aplaudir.
Hay un artículo del diario Argentino Pagina 12, que hace un seguimiento sobre las distintas remakes de Invasores. Te dejo el link para que lo veas ya que tu post me lo trajo a la memoria.

Saludos y felicitaciones.

El Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-4141-2007-09-30.html

Anónimo dijo...

"I Married A Monster From Outer Space", título no menos hilarante que el jeto del tipo que aparece en la imagen. Hay que tenerlos bien puestos para aparecer de esta guisa en pantalla.

En cuanto a Harryhausen, hay que ver como conseguía elevar notablemente el nivel de calidad de algunas películas con sus extraordinarias criaturas, las cuales muchas veces justificaban por si solas el visionado del film; de hecho, seguramente muchos títulos le deben a su trabajo el no estar condenados al ostracismo actualmente.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Magnífico y recomendable artículo, camarada.

Anónimo dijo...

Cojonudo!!

cheperico dijo...

Acabo de descubrir tu blog a través de esta nota sobre ciencia ficción, y es una verdadera joyita (y me encanta que tires los e2k). Posteo acá (y antes de revisar exhaustivamente tu blog) porque me interesaría saber cuál es tu opinión sobre The Rocky Horror Picture Show en relación a todas las citas que hace al viejo cine de ciencia ficción. ¿Porqué una pregunta tan específica? La verdad: debo entregar un tp.

Desde ya se agradece (para empezar, ¡se agradece el blog!). Saludos.

Backward Compatibility Dave dijo...

He llegado a tu rincón desde Wikipedia y la verdad, tu reportaje sobre la ciencia ficción de la América cincuentera me ha dejado atónito.
Estoy deseando sumergirme más en tu trabajo porque, realmente, es muy interesante.
Con tu permiso te enlazo desde ya y te invito encarecidamente a que visites mi humilde blog, también dedicado a este arte que tanto nos apasiona a algunos.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hacía muuuucho tiempo que no leía un artículo tan interesante, ameno y completo.

Mi más sincera enhorabuena y muchas gracias por ayudarnos a tener otra perspectiva del cine de ciencia ficción (que a día de hoy está tan devaluado y continúa malviviendo de las rentas que dejaron los maestros de los años ´50 y ´60)

Anónimo dijo...

Que rico leer cuando alguien sabe escribir, muy bueno tu blog Andrés!
Llegue aquí por Wiki buscando opiniones del re-make de “The Day the Earth Stood Still”, y me quede leyendo sin poder parar hasta la ultima línea, fascinante... y no soy fan del género, pero después de hoy veré los clásicos de ficción con otros ojos.

Por ahora permiso, me voy de tour por tu blog.

Un abrazo desde Colombia...

Gus Nielsen dijo...

Excelente blog!

Blue Lion dijo...

Amigo, que blog TAN BUENO! No hay palabras. Por cierto que te faltó "La cosa" y...bueno, no me acuerdo de su titulo en ingles, pero aquí en Venezuela se le llamó "La masa que devora" y la protagonizó un muy joven Steve Mc.Queen. ¡Hasta pesadillas me dio,la muy condenada! jejejeje

Los Peores Discos dijo...

Lo que haces en materia de cine, yo lo hago con la musica.

Felicitaciones. Exquisito material. Sublimes reseñas.

Adriana Caso dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Adriana Caso dijo...

Hola Andrés
Acabo de descrubir tu blog, a raíz de que hoy abrì el mio.
Y tu Blog es realmente una joya, este en especial conteniendo comentario de las películas de CF de los 50 y 60 que añoro y no sé donde encontrar en especial estas tan bizarras.
Los afiches alucinantes, son de propiedad?, el tema me interesa mucho
Mis respeto y agradecimiento.
Recién comienzo en esto y quiero realizar un link a mi blog, quizàs puedas guiarme?.
Te agradezco
Adriana
Un gran saludo
Feliz Año Nuevo

Ricardo dijo...

Buenas...me gustaria saber si hay algun libro sobre el tema, sobre lo que son las pelis de monstruos de otros planetas y de naves espaciales y obviamente de robots y alieligenas...

Anónimo dijo...

Ricardo

Hay un libro muy completo sobre la Ciencia Ficciòn de los 50

Keep Watching the Skies
http://www.amazon.com/Watching-
American-Science-Fiction-Fifties/dp/0786404795

Yo tengo un ejemplar, te lo puedo vender.

Saludos

Andrés Mego